Hoy volvemos a las recetas tradicionales, esta receta llevo haciéndola
toda mi vida, no recuerdo cuando sería la primera vez que me puse al lado de mi
tía para ayudarla, pero sí me acuerdo de arrimar una silla a la meseta de la
cocina porque no llegaba bien. Y es que me encantan y me chiflan, aunque os
contare un pequeño secreto: me gusta mucho más la masa que la rosquilla ya
frita, pero creo que eso nos pasa a muchos, ya que ahora que a mí me ayudan mis
hobbits también tengo que estar atenta de que no coman toda la masa.
Esta receta es sencillísima, rápida y barata, ya que además
son ingredientes básicos que siempre tenemos por la cocina.
Ingredientes:
Por cada huevo que quieras usar:
·3 cucharadas
soperas de leche
· 3 cucharadas
soperas de aceite de girasol
· 3 cucharadas
soperas de azúcar.
Una pizca de bicarbonato sódico.
Harina
Aceite de girasol para luego freírlas
Empezamos:
1 Batimos los huevos, con el azúcar, la leche, el aceite y
el bicarbonato añadiéndolos de uno a uno hasta que se integren bien.
2 Vamos añadiendo harina poco a poco, mientras batimos y
amasamos bien. No hay una medida exacta de harina, hay que añadir hasta que la
masa no se nos pegue a las manos.
3 Hacemos la forma circular típica de las rosquillas.
4 Llenamos una sartén de aceite, ya que las rosquillas
tienen que sumergirse. Calentamos bien el aceite y lo bajamos a fuego
medio y vamos friendo todas las rosquillas.
Ya está, solo nos queda disfrutarlas.
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